Se acerca el mes de noviembre y ya se comienzan a ver los escaparates de las tiendas con telarañas, los supermercados de calabazas decorativas y las calles de jóvenes y niños disfrazados de brujas y esqueletos. Un año más Halloween ha llegado y parece que para quedarse…

La fiesta de Los Santos o el Día de los difuntos es una fecha establecida en muchos países para recordar a los seres queridos que ya no están con nosotros. Recuerdo que hace unos años Dietmar, uno de nuestros primeros estudiantes, llegó por estas fechas y le propuse acercarse conmigo al cementerio para poner flores a mis familiares. Era un día soleado en el que paseamos por el campo santo observando y charlando sobre las tumbas, sus diseños, símbolos y significados. Conversamos sobre las similitudes y las muchas diferencias que existían entre los ritos y costumbres austriacas y españolas sobre la muerte. Caminábamos y leíamos epitafios comentando las palabras, las metáforas y los significados que expresaban amor y recuerdo, la fuerza del español para luchar contra el olvido. Fue una clase en la que alumno y profesor aprendimos mutuamente.

El papel de la religiosidad a lo largo de la historia española ha estado presente en la vida de nuestro país y, a pesar del cambio religioso que estamos viviendo, sigue vigente en la vida española. El calendario católico sigue marcando nuestro ritmo cotidiano. Los estudiantes se sorprenden de que en Semana Santa el Jueves y Viernes santos sean fiestas nacionales, que los animales de compañía se bendigan el día de San Antón, que el Domingo de Ramos las calles se llenen de palmas, que en el Corpus Cristi los niños y niñas desfilen por las calles con sus trajes de primera comunión. Los estudiantes disfrutan viajando con el profesor a pueblos los días de romería porque pueden participar en una fiesta auténtica de la comunidad y no un reclamo para turistas. Disfrutar de los bailes, los cantos, la comida, la visita a los templos contada por los propios vecinos y conversar con ellos es una experiencia única.

Realizar un curso de español durante la Semana Santa en Palencia supone vivir con intensidad unos días repletos de celebraciones religiosas y desfiles procesionales que marcan la vida de la ciudad. El estudiante puede sentir en directo la religiosidad que impregna las calles, recorrer los templos… Visitar las cofradías penitenciales, charlar con los hermanos cofrades que nos hablan de su historia, de las esculturas de «sus cristos y vírgenes» y responden a nuestras preguntas y curiosidades con la pasión con la que viven estos días tan especiales. En estas situaciones es cuando el estudiante puede entender en todo su significado expresiones como «estar hecho un Cristo«, «llorar como un Magdalena«, «ser más falso que Judas», «otro gallo nos cantaría«, «de Pascuas a Ramos», «ser un viva la virgen» o «meter el dedo en la llaga».

Cuando se quiere profundizar en la idiosincrasia de los españoles es prácticamente imposible que el Cristianismo no salga a colación. La influencia de la Iglesia a lo largo de nuestra historia llega hasta tiempos recientes, como en el caso de la Guerra Civil que fue declarada Cruzada contra el Comunismo. Además sus representantes siguen siendo habituales en muchos momentos de la vida pública y privada de los españoles. La influencia también llega Hispanoamérica con su propia idiosincrasia, como el Día de los Muertos en México.

Y así tenemos que ponerlo de manifiesto a lo largo del curso, porque de no hacerlo así, esto sería «un sindiós».

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